Cuando después de un cierto tiempo se visita de nuevo el Motel Ampurdán, se experimenta la agradable sensación de sentirse sorprendido por la contrinuidad en la prefección culinaria.
Lo sorprendente es que un clásico de nuestra gastronomía nos siga produciendo el placer del descubrimiento simplemente con la sutil adaptación de sus realizaciones : La sorpresa de la continuidad sin estancamiento o del respeto a unos sólidos fundamentos con proyección de futuro.
Puede decirse que el Motel Ampurdán es un permanente homenaje vivo a quien fue su fundador Josep Mercader.
Éste supo combinar magistralmente la cocina tradicional ampurdanesa con la cocina culta de la vecina Francia, haciendo las delicias de muchos aficionados a la buena cocina y, entre ellos, del escritor Josep Pla.
En la carta continuan señalados con un asterisco los platos clásicos de Jaume Mercader. Perro que nadie crea que nos encontramos en un museo o una exposición de homenaje. Se trata, como hemos dicho, de un homenaje vivo. Jaume Subirós sigue con respeto la trayectoria establecida, pero sin ningún tipo de estancamiento. La fidelidad significa continuación de la creatividad con fundamento tradicional y serenidad clásica.
En mi última visita he podido gozar de distintos platos con setas: los “ceps” con “marron glacé” en ensalada, los níscalos con calamares, las tropetas de la muerte con atún o el fabuloso “tartufo bianco” italiano en un “risotto”. Un maridaje perfecto de sabores y texturas. Como aperitivo unos deliciosos erizos de mar que con todo el sabor del Mediterráneo invitaban a la fiesta del paladar. En conjunto una maravilla que sólo se explica con la vigilancia extrema de Jaume Subirós, tan amable como discreto, tan sabio como modesto.
Butulus Fartus