Mas d’en Gil, una bodega de grandes contrastes e intensidad, en el singular Priorat
por Lola Beltrán | Abr 15, 2013 | Noticias
En Bellmunt del Priorat, tierra influenciada y circundada por la brisa del mar, regada de tradiciones y de noble memoria, la familia Rovira Carbonell posee la finca Mas d’en Gil, una extensión de viñedos que reúne más de 125 hectáreas con un microclima especial y una gran complejidad en sus terruños. Una finca en la que los viñedos, conviven con los almendros, los olivos y los avellanos, dibujando un jardín típicamente mediterráneo. Distinguimos la ‘licorella’ (piedra típica del Priorat, de tipo pizarroso) en sus parcelas, que identifican el compromiso y el saber hacer, señas de identidad de una gran bodega.
Con estas características, y un entorno natural envidiable, la familia Rovira aplica una manera única de entender el viñedo: aplicando viticultura biodinámica y respetando el calendario lunar.
Cada gota de vino, es la expresión del “terroir”. Sus vinos, aceites y vinagres singulares todos ellos, muy apreciados por su compleja estructura, con una maduración óptima y marcados por ese carácter especial que imprime el suelo pizarroso del Priorat, la ‘licorella’.
Desde lo más alto de Mas d’en Gil podemos vislumbrar en el horizonte La Serra del Montsant, atravesando montes y valles, verdes arboledas teñidas de viña, nubes que amenazan tormenta, desafiando al cielo y un paisaje serpenteado de pequeñas masías… tonalidades verdes que en primavera empiezan a inundar el Priorat.
Mas d’en Gil divide su extensión de terreno en 45 hectáreas de viña, destacando la cariñena y la garnacha y en menor proporción la cabernet y la syrah; 15 hectáreas para olivos y 5 para trigo. Con un espíritu emprendedor que nunca le ha abandonado, y con el sueño de realizar vinos personales, Pere Rovira, el propietario de Viticultors Mas d’en Gil. adquiere en 1998 la finca de los Hermanos Barril, terreno que en el pasado perteneció al pintor y escritor catalán Santiago Rusiñol.
Pequeñas parcelas, terruños diferentes
Su visión era la de embotellar vinos propios, partiendo de unas condiciones particulares, aplicando tesón y artesanía y combinándolos con la modernidad y la innovación tecnológica allí donde hiciera falta. Su objetivo: producciones limitadas pero complejas en cuanto a aromas y originalidad. Pequeñas parcelas, con terruños diferentes: en la zona de la mina situada a unos 380 m. los viejos viñedos de garnachas ofrecen vinos muy florales donde el terruño aporta frescura. Los vinos de la parcela de Sas, son frescos por el incremento de la licorella y la uva garnacha.
Después de un paseo extenso por la finca y de descubrir el penúltimo proyecto personal de Pere Rovira: el vinagre balsámico Rita, que estará en el mercado a finales de este año o principios de 2014, iniciamos la cata de 4 vinos excepcionales:
- Coma Alta 2010, una añada especial de la que sólo se sacaron al mercado 5.368 botellas: color pajizo, limpio, brillante. seco en boca, balsámico a fruta blanca.
- Bellmunt, vino elaborado a partir de garnacha, cariñena y cabernet sauvignon, tienen un intenso color rojo, muy brillante e intenso en boca y nariz, con aromas a hierbas aromáticas y afrutadas al final.
- Coma Vella, cosecha 2008, de las que sólo se elaboraron 41.258 botellas. Un vino que no deja indiferente a nadie, que gana en complejidad a medida que pasa el tiempo. Color rojo intenso, aroma profundo a frutas rojas.
- Nus 2010, vino dulce, espectacular, fresco. Color rojo cereza, con cuerpo y potente.