Después de mucha nueva cocina, de modernidades salpicadas en más de una ocasión por una excentricidad de los jóvenes cocineros, la gente ha vuelto la vista y sus gustos a la cocina original, costumbrista, tradicional, a la de las materias primas de calidad
En los entresijos del mundo culinario, después de mucha nueva cocina, de modernidades salpicadas en más de una ocasión por una excentricidad de los jóvenes cocineros, la gente ha vuelto la vista y sus gustos a la cocina original, costumbrista, tradicional, a la de las materias primas de calidad, a guisos con sabor y aroma de siempre, eso sí, perfeccionados y refinados – modernizados, diría yo -, pero manteniendo siempre su esencia y presencia.
Esta espléndida cocina , sea catalano-francesa o vasca, española al fin, es la que practica el jefe de cocina, en este hermoso restaurante de la ciudad de Barcelona. El menú de platos recomendados a viva voz diario, servido tanto a la hora del almuerzo como de la cena, excepto domingos y festivos, es fruto de su ingenio y buen hacer. No es de los restaurantes que se apuntan a la palabra «crisis» para bajar los precios. Desde hace bastantes años siempre han sabido mantener un gran equilibrio entre la relación de servicio, marco singular, platos excelsos sin necesidad de añadir “foie-gras”, caviar o bogavante en demasía (garbanzos con mini-trocitos de bogavante)y ofrecer, además, una selección de platos clásicos de la casa, hasta hace poco prácticamente rechazado por los restaurantes de «glamour», acabando por una oferta diaria de vinos a un precio muy asequible.
Cada vez son más los restauradores que buscan mejorar su condición profesional y la de sus empleados. José y Pedro, desde un principio, ya lo tenía claro y por ello se rodeó de gente joven y muy profesional, con ansias de futuro y la premisa de mejorar el presente. Así piensa desde el jefe de sala, que domina el servicio de comedor a la perfección hasta el que “canta los postres – lo hacen todos con mucha gracia y delicadeza y recomiendan los vinos, de todas las D. O. selectas y los cafés al gusto elegido y servidos tal y como se habían pedido. No hay precipitaciones en la atención. Carlos es un “muy buen profesional”. Jordi, etc.. etc.
Los cálidos tonos de su comedor interior único y principal, su ambiente acogedor y su entorno lo hacen un lugar ideal para los eventos culinarios más románticos que uno pueda desear. Hay bullicio pero unas obras deseadas acabaran con los ruidos y la odiosa sonoridad. Se permite fumar En fin, CAN VALLES tiene un presente y un futuro asegurado en la restauración de la Ciudad Condal.
Aceptan tarjetas de crédito. Mesas especiales a convenir. Se recomienda reservar mesa.
SINCERAMENTE, PARA MI UNO DE LOS MEJORES RESTAURANTES QUE NUNCA ME HA DEFRAUDADO
- CAN VALLES Restaurante
- Calle Aragón, 95 entre Rocafort y Calábria)
- Tel . 93 226 06 67