Por la costa de Dubrovnik, alrededores, historia y gastronomía

Por la costa de Dubrovnik, alrededores, historia y gastronomía

por | Dic 13, 2008 | Viajes Gastro

 “Un paseo por el sur de la Riviera del Adriático para conocer a fondo esa bella región de Croacia, al tiempo que saboreamos su rica gastronomía, es una experiencia que merece la pena tener”
 
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Desde la península de Istria en el norte del país, hasta la región de Dubrovnik en el sur, pasando por su hermosa costa salpicada de islas de todos los tamaños, de calas y playas tranquilas,  existe un amplio abanico de experiencias para cualquier viajero que se precie.
 
 
 
Descubrir la belleza única de esta región del sur de Dalmacia, y poder disfrutar de su paz que seguramente encontraremos en la mayoría de sus pequeños pueblos marineros -muchos de los cuales nos hablan de una época actual en la que su gente sigue manteniendo la tradición y el respeto hacia la mar como la gran fuente de vida que es-, nos motivará todavía más. Y, decir que algunos de estos lugares a los que me refiero son pequeños rincones que hay en la costa, o en alguna isla cercana, como es el caso de Ston, Kolecep, Lopud, Zaton, Slano, Sipan, o Cavtat, entre otros, que definen aun más el encanto de esta parte de Croacia.
 

Dubrovnik

 
No cabe duda que la ciudad de Dubrovnik siempre ha sido, y continuará siendo, una urbe extraordinaria que a lo largo de la historia ha confiado en sus tres puntos fuertes: la navegación; San Blas, el patrón de la ciudad; y el arte del buen comer, por lo que ya se ha convertido en uno de los destinos más exclusivos del Mediterráneo. Además, hay que recordar que fue la capital y el centro neurálgico, durante 800 años, cuando se trataba de la República Independiente de Ragusa. Y. hoy en día, el centro histórico de Dubrovnik se encuentra bajo la protección de la UNESCO.
 
Como Venecia, también Dubrovnik disponía de su propia flota de guerra para defenderse, aunque no fuera suficiente para impedir que los normandos se adueñaran de ella en 1081. Más tarde, en el siglo XII, se erigieron murallas alrededor de la nueva ciudad para protegerla de las invasiones que hasta allí llegaban, tanto de Oriente como de Occidente. Poco después, tras aceptar la ciudad el nombramiento de un obispo, los raguseos conservaron el control comercial y político. Pero cuando Venecia se retiró de Dubrovnik, aparecieron los turcos por el este, y de nuevo vuelta a empezar. Es por ello, que cuando estamos en esta ciudad no debemos dejar de visitar su Catedral, las Murallas, el Monasterio de los Dominicos, la Iglesia de San Blas, el Palacio del Rectorado, el Museo de Arte Moderno, El Palacio Sponza, el Fuerte Lovrijenac, la Plaza de Laza, y un largo etcétera de otros muchos rincones que hay de interés aquí, ya que en la mayoría de estos sitios veremos parte de su verdadera historia.
 
Su centro histórico es algo que no nos defraudará, y lo veremos al pasear por sus murallas, o por las callejuelas estrechas y las pequeñas plazas empedradas que merecen la pena conocer. Y, dado que no se trata de una ciudad muy grande de extensión, seguro que nos dan ganas de repetir la visita en más de una ocasión. En fin, que Dubrovnik es un destino ideal para conocer, sobre todo, durante la primavera y el otoño; tal vez por su clima, o por su arquitectura, o por lo que sea. De lo que no cabe duda es que se trata de una urbe muy agradable e interesante en cualquier época del año. Y, recordar que si venimos en la época estival, no hay que perderse el Festival de Verano de esta ciudad, un escenario único que se inaugura a partir del 10 de julio y que dura hasta el 25 de agosto, en donde nos ofrecerán multitud de representaciones teatrales y de danza, conciertos de música clásica o bailes tradicionales, entre otros muchos espectáculos.
 

Gastronomía

 
En cuanto a la gastronomía de Dubrovnik y sus alrededores, decir que ofrece un amplio abanico culinario. En la búsqueda de un lugar adecuado, el visitante puede encontrar por sorpresa bonitas tascas y restaurantes en pequeñas y sinuosas callejuelas; cabe destacar el restaurante “Nautika”, nombrado como uno de los 12 más románticos del mundo, donde los amantes del buen vino llegan hasta aquí para poder catar sus ricos caldos. Y, ya que hablamos de vinos, recordar que el Dingac y el Postup, han sido reconocidos por expertos como dos de los mejores vinos croatas.  No hay duda de que la gastronomía del sur de Dalmacia es muy heterogénea, y que se la conoce como “la cocina de las regiones”, pues acostumbra a ofrecer sus propias tradiciones culinarias. Se trata por lo tanto de una cocina mediterránea con abundantes influencias de la cocina italiana, lo que es todo un paraíso para los amantes del pescado fresco y los mariscos.
 
Sus verdaderas raíces se fundamentan en los periodos más antiguos de la historia de este país, y en las diferencias existentes en las costumbres tradicionales entre los habitantes del interior y los que viven en la costa. Este tipo de cocina está más caracterizada por su influencia eslava, así como por los contactos más recientes con otras culturas, como pueden ser: la húngara, la vienesa, y la cocina turca. Pero también tiene mucha influencia con la cocina mediterránea de países como Grecia o España, sobre todo en las áreas costeras, que es donde más se deja notar con platos populares y tradicionales.
 
Sin embargo, y sin menospreciar lo que hemos comentado anteriormente, como se trata de un país en el que predominan las grandes extensiones de pastos, y donde hay numerosos animales que los pueblan, el plato estrella tiene que ser la carne, sobre todo en las zonas del interior, donde se ofrecen variadas recetas que hacen honor a la preciada gastronomía croata. Entre los platos más conocidos se encuentran el pollo asado relleno y acompañado de compota de membrillo, que es muy apreciado por los alemanes que visitan este país; el pastel de carne y arroz envuelto con hojas de col; y la carne de caballo, que es más de influencia italiana. Entre otras especialidades destacan el pavo con pasas, el cordero asado y el cochinillo al horno.
 
No debemos de olvidar que el aceite de oliva y el buen vino son dos ingredientes que no pueden faltar nunca en una mesa croata. Al igual que los pescados y mariscos cocinados con arroz, o un buen embutido de Dalmacia, o de Istria, o de cualquier otra parte del país, ya que son algunas de las alternativas a la hora de pensar en su gastronomía. Y, a tener en cuenta también, los “Konoba”, que es el nombre que reciben las tascas y bares de las ciudades, en donde podemos comer muy bien a un precio bastante económico, o simplemente acudir a ellos para el tapeo. No estaremos muy equivocados si lo hacemos ya que es tradición en Croacia, pues ofrecen una gran variedad de aperitivos de buena calidad, entre los que encontraremos el “Kulen”, una especie de salchicha seca con picante, o los exquisitos quesos de oveja. Y, ya que hemos mencionado los embutidos naturales, habrá que darles importancia a los de las islas de Brac y de Pag, ya que son muy famosos y se  exportan a otros países.
 

Los vinos

 
Y, como antes hemos hablado de los vinos, recordar que en todo el territorio de Croacia existe una gran variedad de uvas, por ello los caldos que se elaboran en este país son muy diferentes. Entre las clases de vinos existe los Blancos, Rizling, Burgundac, Traminac, Malvazija, Pinot y Zlahtina, y dentro de los tintos se encuentran Opolo, Plavac, Dingac, Postup, Teran, Merlot y Kabernet. Los vinicultores croatas tienen una larga tradición de cultivo de la vid y de producción de vinos exquisitos y ligeros, tanto en la parte continental como en esta zona de Dalmacia.
 
Volviendo a la ciudad de Dubrovnik decir hay varios restaurantes que merecen la pena, algunos de los cuales están situados en la zona del puerto. No tienen perdida ya que los veremos enseguida porque habrá gente haciendo cola para entrar en ellos. La mayoría suelen ser bastante económicos y en casi todos se sirve pescado y marisco. También en la calle Izmedu hay varios restaurantes con un buen precio, como es el caso del Rest. Sciabecco. Y, a la hora de pensar en la bebida os recomiendo probar la cerveza nacional Pivo, es económica y no tendremos problema en encontrarla. Y, como no podíamos obviar al rey de las tapas, decir que el jamón de Dalmacia, tanto el magro como el dulce, que se suele ahumar en esta parte del país, hay que probarlo.
 
Y, ahora llega el momento de hablar un poco de los postres. En esta parte del país se elaboran algunos pasteles a base de frutas y quesos, como es el caso del “Atrukli”, una especie de rollito de pasta a base de huevo y nata que se rellena de queso cotagge. Los dulces con miel son otra de las opciones para los más golosos, y como no, la “tarta macarana”, hecha con huevo y almendra, y emborrachada con licor de cerezas amargas. Se recomienda el “orehnjaca” (hojaldre de nueces) y el “makovnjaca” (hojaldre de semillas de adormidera).
 

Una etapa muy recomendable: Ston

 
Si todavía tenemos tiempo y ganas, recomiendo una escapada hasta la pequeña ciudad de Ston, no está muy lejos de Dubrovnik y merece la pena. Ston es famosa por sus criaderos de ostras y por sus viejas salinas que datan de la época romana. En el centro de esta población hay varios restaurantes y tabernas donde poder degustar la rica gastronomía, además de los vinos de esta zona del país. Si se pretende comprar algún vino curioso podemos hacerlo en Bakus, una bodega y restaurante que está en el centro de Ston en donde tienen un buen surtido de algunos de los mejores del país.
 
La historia de este lugar nos recuerda que desde aquí se llevaban, hasta las ricas y abundantes mesas de los emperadores romanos, las ostras y almejas que todavía se cultivan en su bahía, y que son muy sabrosas y nada caras. Estas ostras fueron conocidas por casi todos los reyes europeos y en pleno verano viajaban hasta la Corte Vienesa en cajones de madera envueltas con vegetales para que se preservaran mejor y llegaran frescas a la mesa del emperador Francisco José. Durante el período de la República de Dubrovnik, la bahía de Ston fue alquilada a varias familias que se comprometieron a cultivar las ostras y a otorgar una parte de su producción al Estado. Esos cultivadores se denominaban kamenicari (que significa “gente que trabaja la piedra”). La parte que los cultivadores daban al Estado se utilizaba para invitar y regalar a los corresponsales extranjeros que visitaban la ciudad de Dubrovnik.
 
Pero en Ston también se encuentra una gran muralla cuya extensión total viene a ser de unos 5,5 kilómetros, y conecta con la vecina Mali Ston a través de un sistema de muros fortificados y edificios construidos durante el siglo XIV para su propia defensa. Siglos más tarde, esos muros fueron renovados y construidos adicionalmente. La muralla tenía nada más y nada menos que 40 torres y 7 fortalezas, y por su monumentalidad y solidez fue denominada “la muralla china europea”. Después de la caída de la República de Dubrovnik se inició el derrumbe de los muros y sus bloques de piedra fueron vendidos como material de construcción para escuelas y municipios. Hoy se pueden ver restos de 3 torres y partes del imponente muro.
 

Segunda escapada: Cavtat

 
Otro lugar cercano a Dubrovnik y que merece la pena es Cavtat, un pequeño pueblo encantador que se encuentra al fondo de la bahía de Zupa, y que ofrece varios amarres en los que acostumbran a verse grandes yates de lujo de todos los tamaños frente a una serie de lujosos restaurantes que hay cerca del puerto. La pequeña ciudad se levantó sobre las ruinas del antiguo asentamiento romano de Epidaurum, y atrae a multitud de personas debido a su maravilloso entorno, sus playas, su vegetación y sus interesantes monumentos, como la Iglesia de los Franciscanos y varios monasterios con colecciones de arte; también puede ser visitada la casa del famoso pintor Vlaho Bukovac. Asimismo es muy interesante el recorrido sobre la antigua vía pecuaria que va desde Cavtat hasta Cilipi. Además, desde este puerto salen varios barcos al día que hacen la travesía hacia Dubrovnik.
 

Contacto e información para viajar

 
Oficina de Turismo de Croacia
C/ Claudio, 22 B – 1ºC  
28001  Madrid
Tel: 917815514
 www.visitacroacia.es
 

– Viaje, texto y fotos de Rafael Calvete
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